Llovían chuzos de punta al entrar en la pequeña galería de arte del pueblucho, la que sorprendentemente ofrecía obras de Nigel van Wyeck.
Me fijé que justo enfrente -en la estación- un joven aguantaba estoicamente el chaparrón solo protegido por su paraguas.
Delante del cuadro de la que estaba plácidamente tumbada desnuda en el sofá oi como una madurita interesante le decía a su amiga en susurros "Pues hoy las llevo violeta, o lilas...pero oscuras"
Disfrute de la mezcla de arte e información que proponía el local y -al salir- crucé hasta la cafetería de la estación, un latte calentito era adecuado para la inclemencia del tiempo.
Vi llegar un tren.
Vi bajarse a una joven con un bolso.
Vi como se quedaba parada delante del chico.
Y les oí.
* ¿Y tu que haces aquí?
* Te esperaba.
* ¿Pero como coño te las has arreglado para saber a que hora llegaba?
* No lo sabía. Me he plantado en el anden y me he dicho "esta bien, cuento hasta diez y si no llega me voy"... y has llegado.
* ¿Y hasta cuanto has contado?
* Sietemilsetecientosdiecisiete.