Asisto a la inauguración de una exposición de fotos en la galería de un amigo que sospecho quiere tirárseme. Me he puesto una chaqueta encima del vestido, voy sin tacones.
El comisario debió ser un hombre porque se ve mucha teta.
Mucha copa, poco canapé y gente hablando de cosas intelectuales con semblante serio.
Voy recorriendo el lugar y escuchando fragmentos al vuelo.
"Hay que negarse a rebajar nuestros criterios para adaptarlos a esa gente que se niega a mejorar los suyos". Dice un tipo bastante guapo rodeado de una corte de veinteañeras.
Me encuentro un par de conocidos, uno con mas gomina en la cabeza que pensamientos, el otro se olvidó de peinarse esta mañana. Les saludo superficialmente y me alejo.
"Lo que sucede no suele ser tan importante como nuestra reacción ante lo que sucede". Esta diciendo una señora que tiene la atención de su corro.
El despeinado esta solo ageciándose otra copa de vino. Me acerco por detrás y le susurro.
"Me gusta esa sensación de que solo tu y yo sabemos lo que el resto de la gente ignora cuando intercambiamos un saludo ceremonioso.
Me mira. Sigo.
"Porque nadie sospecha que es falso tu descuido y cuanto cariño esconde mi gesto indiferente".
Sonrió, le quito la copa y me alejo.
"No tienes que ser grande para empezar" le dice el dueño de la galería a un aspirante a pintor "pero debes empezar para ser grande".
Mirando una de las fotos, choco. Con él, claro. Un perdona estaba despistada y un no la culpa es mía y nos separamos.
Empiezo a aburrirme, saludo con la mano al propietario de la galería a modo de despedida y salgo a la calle. Meto la mano en el bolsillo de la chaqueta, hay algo, lo saco. Una nota. Me la ha debido colocar al chocarnos.
"Que sepas que tu, precisamente tu, eres uno de mis pensamientos mas bonitos".
Sonrió. Como no le voy a querer, pienso.